Muchas veces oímos eso de “los radicales libres”, de la oxidación del organismo, los antioxidantes….. Pero, ¿sabemos realmente de lo que se habla? ¿Nos “oxidamos” igual que esos tornillos que se ponen amarillos y acaban rompiéndose? Nosotros no nos ponemos de ese color, entonces, ¿a qué se refiere? ¿cómo nos afecta?¿lo podemos evitar?
La oxidación de nuestro organismo se produce por el mero hecho de respirar. Teorías sobre el envejecimiento hay muchas, y los radicales libres y la oxidación del cuerpo humano es una de ellas. Si es verdad, que además hay diversos factores que influyen acelerando este proceso: estilo de vida, hábitos alimentarios, contaminación ambiental, etc. Por lo tanto oxidarse es envejecer, es disminuir la capacidad de respuesta frente a las agresiones internas y externas, tener menos adaptación al stress y al medio ambiente, aumentar el riesgo de padecer enfermedades degenerativas. Sabemos que este proceso es irreversible, pero podemos retardar la aparición del deterioro y de las enfermedades relacionadas con el.
Pero, ¿qué son los radicales libres? Son átomos o grupos de átomos que en su composición cuentan con una carga negativa por lo que los hace ser altamente inestables y reactivos ya que tenderán a captar la carga que les falta. Pueden provenir de la metabolización de un alimento para producir energía, pero también del ambiente: al exponerse a contaminantes, a las radiaciones ultravioleta del sol, al stress, al humo del tabaco, falta de ejercicio físico y mental, exceso de medicamentos o aditivos alimentarios, etc.
Cómo ya he dicho, para equilibrarse, este átomo buscará la carga que le falta y se la robará a otro átomo, y este a su vez se convertirá en otro radical libre. Se forma así una cadena que va dañando las células. Los antioxidantes son por tanto sustancias que liberan estas cargas en la sangre que serán captadas por los radicales libres volviéndolos así moléculas estables. Si la alimentación es desequilibrada y el aporte de oligoelementos y sustancias antioxidantes son escasas, el organismo no podrá actuar eficazmente defendiéndose de estos radicales libres.
Estos radicales libres actúan dañando células a diferentes niveles:
- Proteínas. Atacando los aminoácidos que las forman y produciendo graves alteraciones en el metabolismo celular
- ADN y ARN. Desnaturalizándolos y con graves consecuencias sobre la transmisión o réplica del mensaje genético
- Ácidos grasos poliinsaturados. Desorganizando la estructura de las membranas y de su permeabilidad
Las patologías que pueden aparecer asociado a este daño oxidativo en las moléculas son varias: Envejecimiento (por daño en las membranas y en el ADN), patologías cardiovasculares, patologías infecciosas, dermatología (inflamaciones en la piel), cataratas (por modificación irreversible en proteínas), obesidad, diabetes, cuadros inflamatorios crónicos, cáncer, etc
Por lo tanto nuestra dieta debe ser rica en antioxidantes y nuestros hábitos de vida ser lo más saludable que podamos. Oligoelementos como el manganeso, cobre, zinc o selenio están muy relacionados con los procesos antioxidantes del organismo y en algunos casos su carencia es muy común o se ven aumentadas sus necesidades; vitaminas E, C o β-carotenos; Polifenoles presentes en los vegetales; Resveratrol que se encuentra en la piel de las uvas, arandanos, frambuesas o moras; Coenzima Q10; Ácido alfa lipoico o la N-acetilcisteína.
Para concluir, muchos estudios demuestran la relación de los radicales libres con diferentes enfermedades y la importancia de los antioxidantes en la reducción de las mismas. Sin embargo, y aunque es una opción prometedora, queda mucho por probar su relación en la reducción del riesgo de estas patologías.
Ana Sierra
1 Comentario
¡¡¡¡Me encantan estos temas!!!
Gracias Ana.